Tras un largo parón en el cuaderno de bitácora, vuelvo para contar cómo ha sido la experiencia vivida con las prácticas en las que he estado inmersa últimamente.
A pesar de los nervios que pasé durante el primer día, fueron los mejores meses que he vivido como estudiante de esta carrera, sobre todo por la agradable compañía de los niños y por lo mucho que he aprendido de la tutora. Entre todos lograron que pronto me sintiera como en casa y fuera partícipe de los procesos de enseñanza y aprendizaje de la clase. Juntos llevamos a cabo proyectos en los que nos lo pasamos genial, cantamos canciones, jugamos, reímos, bailamos, descubrimos cosas nuevas... todo hizo de esta experiencia algo gratificante e inigualable. Se lo agradezco a esta clase que tan bien me acogió.
Me encantó que los niños, con tan sólo 4 añitos, fueran capaces de aportarme tanto y de que yo también aprendiera de ellos. Su cariño, su entusiasmo e ilusión y sus ganas de aprender (sobre todo a leer, ya que me pedían infinidad de veces que les leyera sus libros), han hecho que nunca me olvide de ellos y que siempre tengan un lugar en mi corazón.
Me encantó que los niños, con tan sólo 4 añitos, fueran capaces de aportarme tanto y de que yo también aprendiera de ellos. Su cariño, su entusiasmo e ilusión y sus ganas de aprender (sobre todo a leer, ya que me pedían infinidad de veces que les leyera sus libros), han hecho que nunca me olvide de ellos y que siempre tengan un lugar en mi corazón.
Sin duda fue una aventura emocionante, en la que más cosas he aprendido (con diferencia) porque pude desarrollar mi creatividad, aplicar buena parte de la teoría estudiada en la facultad, corregir mis errores y aprender de ellos y también comprobar en primera persona cómo educan las escuelas hoy en día. En definitiva, gracias a las prácticas pude ver la realidad en el mundo de la educación. Además, me han servido para reafirmar que esto es lo que de verdad me gusta y a lo que me quiero dedicar en el futuro.
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